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Resonancia Magnética Intraoperatoria

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Resonancia Magnética Intraoperatoria (RMi)

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resonancia03Una de las principales preocupaciones del neurocirujano a lo largo de la historia ha sido la necesidad de orientarse correctamente durante las intervenciones. Con el desarrollo de los rayos X hace más de 50 años, la evolución de las técnicas de imagen ha sido imparable. La introducción de la tomografía computarizada (TC) en la década de 1970 y la resonancia magnética (RM) en la década de 1980, revolucionó el diagnóstico neuroquirúrgico y llevó posteriormente, a su implementación en los sistemas de neuronavegación para la planificación quirúrgica y como sistema de imagen intraoperatoria de máxima fiabilidad.

La neuronavegación realiza un seguimiento de los instrumentos quirúrgicos en el espacio, mediante sensores ópticos, ultrasónicos y electromagnéticos y su posición relativa en el espacio con respecto a la lesión puede ser proyectada en las imágenes preoperatorias. Dado que el mapa cerebral que sirve de referencia se basa en una Resonancia o TAC realizado antes de la intervención,  la fiabilidad de la navegación puede ser muy limitada, debido al posible movimiento del cuero cabelludo, la distorsión geométrica de las imágenes, el movimiento del paciente con respecto al sistema durante la cirugía, o las deformaciones sufridas por el cerebro desde la toma de la imagen hasta el momento de la navegación.

El desplazamiento cerebral, o “brain shift”, puede hacer que los datos preoperatorios registrados sean imprecisos,  y resulta de cambios en el volumen de líquidos, entrada de aire, resección de volumen tumoral, y pérdida de LCR tras la apertura de la duramadre. Sería el equivalente a disponer de un mapa antiguo de navegador de un automóvil, en donde no se han actualizado los últimos cambios de dirección de las calles o incluidas nuevas carreteras. Nuestra posición será falsa respecto al mapa de referencia.

Se calculan desplazamientos de hasta 1 cm 1 hora después de abrir la duramadre en más de la mitad de los pacientes estudiados, y este desplazamiento es mayor en casos de resección de volumen tumoral, o hidrocefalia, haciendo disminuir drásticamente la veracidad de la navegación durante el procedimiento.

            El desarrollo de la imagen intraoperatoria se tenía el objetivo de resolver y corregir el efecto del “brain shift” que afecta de un modo determinante la cirugía guiada en base al neuronavegador tradicional. Las modalidades actuales de imagen intraoperatoria incluyen la TACi, los USi, y la RMi. La RM es una tecnología de imagen médica que surgió en 1977 y desde entonces ha revolucionado el diagnóstico médico. Mediante inducciones de campo magnético y pulsos de radiofrecuencia se obtiene una imagen de alta resolución que además carece de radiación.

Hasta la fecha, el uso más común de la resección tumoral basada en RM se ha limitado al uso de las imágenes diagnósticas preoperatorias para la planificación quirúrgica, así como la RM postoperatoria para evaluar el grado de resección tumoral y las eventuales complicaciones postquirúrgicas. Su introducción en quirófano era complicado debido a la dificultad (por no decir imposibilidad) de su traslado, la interferencia magnética así como las restricciones del campo quirúrgico y el elevado coste de la instalación.

En 1997, Black et al. emplea por primera vez un novedoso sistema de RM intraoperatoria (RMi) que permite la adquisición de imágenes de alta calidad y su uso cómo sistema de navegación durante los procedimientos neuroquirúrgicos. Los potenciales beneficios de esta tecnología permiten que el cirujano disponga de una evidencia intraoperatoria del grado de resección lesional que se está realizando, con la consiguiente disminución  del porcentaje de resecciones sucesivas (RS), complicaciones postquirúrgicas y morbilidad, la estancia hospitalaria. Un considerable incremento de la supervivencia global y de la calidad de vida de dicha supervivencia.

La resonancia magnética intraoperatoria es particularmente útil para determinar con precisión los márgenes tumorales, optimizar los abordajes quirúrgicos, lograr extirpaciones completas de lesiones intracerebrales y monitorear las posibles complicaciones intraoperatorias. El desarrollo de la resonancia magnética intraoperatoria, permite al neurocirujano trabajar en el cerebro, complementando los datos que le aporta su visión magnificada y directa del microscopio quirúrgico, con la visión tridimensional y volumétrica de todo el contenido intracraneal que le aporta la resonancia magnética.

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