Todos hemos presenciado alguna vez cómo actúa el alcohol en el cerebro de las personas cuando es ingerido en grandes cantidades. Pierden el equilibrio, les cuesta hablar, no controlan sus emociones y olvidan las cosas.

A esto, en muchas ocasiones se le ha dado la explicación de la muerte de las neuronas, pero estudios recientes demuestran que no es una teoría cierta. Afortunadamente, cuando bebemos alcohol el cuerpo no permite que el etanol dañe nuestro organismo. El hígado es el encargado de procesarlo y convertirlo en una sustancia menos tóxica. Sin embargo, este órgano no funciona tan rápido como para procesar grandes cantidades de bebidas alcohólicas, por lo que cuando esto sucede, el exceso de alcohol no digerido se desplaza por nuestro cuerpo y viaja hasta el cerebro.

Una vez allí, el alcohol no mata las neuronas, sino que daña la función cerebral que les permite a las células comunicarse entre si, lo que ocasiona la pérdida de memoria o la dificultad para hablar, entre otras.

¿Por qué las resacas son diferentes?

Uno de los grandes debates científicos es por qué unas personas soportan mejor la resaca que otras. Se sabe que la resaca no se debe a la deshidratación, ni a la alteración de hormonas, electrolitos, cortisol, glucosa, cuerpo cetónicos, triglicéridos o lactato.

Las investigaciones más recientes sugieren que el malestar está relacionado con factores inmunológicos. Esta teoría se basa en que el alcohol activa las señales de alarma del cuerpo, liberando citoquinas, que son las moléculas responsables del dolor de cabeza.

Los estudios realizados demuestran que, tras una fusión de citoquinas, el cuerpo humano experimenta dolor de cabeza, náuseas, vómitos o cansancio.